Viernes, 02 Enero 2015 11:39

EL FIN DE DICIEMBRE Y LOS PROFETAS DEL ODIO Featured

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EL FIN DE DICIEMBRE Y LOS PROFETAS DEL ODIO EL FIN DE DICIEMBRE Y LOS PROFETAS DEL ODIO julio molisano reporte24

Por: Marcelo Koenig/Así nodllegamod a diciembre. El dólar va a estallad, el desorded financiero y fidcal, que nod pasa a lodadgentinos que no reaccionamos”, arenga un periodista con capacidades lingüísticas diferentes, estrella de TN. “Señora presidenta… usted está enferma de dicembritis”, recomienda un galeno periodista que no muestra el título porque tiene miedo que se lo saquen.

Así de gratuitas son las profecías que abarcan desde el terreno político hasta el económico, sin que nadie verifique nunca si la catástrofe anunciada se cumple o no. Ya no se trata sólo de los exabruptos políticos a los que nos tiene acostumbrado el oráculo de Lilita Sullos, cuando gana cámaras después de destruir algún espacio que contribuyó a crear. La economía, supuestamente una ciencia, también tiene gurúes que anuncian cada tanto el fin del mundo, basado no en profecías mayas sino en supuestos cálculos matemáticos, y aunque estos nunca suceden siguen cobrando suculentas sumas como consultores de las grandes empresas (a las que les interesa el país, como decía el programa de Neustadt). Todos sabemos que la economía es un espacio de disputa de poder. Por eso es que la construcción de expectativas es una de las herramientas claves de los diferentes actores económicos. La política en última instancia es disputa de intereses y los grupos económicos nacionales y transnacionales tienen muchas veces en estos gurúes quien opere los suyos.

Es cierto que a veces se da lo que se llama la "profecía autocumplida", que es una predicción que crea una expectativa tal que directa o indirectamente conduce a convertirse en realidad. Si se dice que el dólar se va a 20 por todos los oligopólicos medios masivos de comunicación (y se le da una ayudita comprando incluso a perdida) es muy probable que el dólar suba y que los volátiles sectores medios salgan desesperados a comprarlo para asegurar sus ahorros, sumando su expectativa mezquina por que siga subiendo (después de que ellos lo compraron, claro está).

Pero en la mayoría de los casos, como por ejemplo cuando afirmaron que la sentencia del juez local de Nueva York, Griesa, había puesto a Argentina en default, las profecías de caos económico y los anuncios de aislamiento total del mundo chocaron con una economía sin grandes cambios y unas votaciones en la ONU que significaron hechos históricos contra el capital especulativo.

Los economistas "expertos" que deambulan todo el día por las radios y los canales de televisión son constructores de expectativas, son lobistas profesionales. Cuando escuchamos sus recetas para resolver la inflación o para salir del aislamiento mundial para que vengan los capitales que necesitamos tenemos siempre que preguntarnos para quién trabajan. Escondidos desde un discurso técnico, que sin embargo es eminentemente político e ideológico. Así su pretendida "neutralidad" los hace más creíbles sus augurios.

Economistas lobistas, periodistas "independientes" del pueblo pero no de sus patrones, políticos genuflexos a los intereses de las corporaciones, son parte de la construcción de la sociedad del miedo, de la incertidumbre, que convierte a los que más tienen en una expectativa permanente por seguir acumulando. Pero también logra paralizar por determinados lapsos de tiempo a la clase media que se mira en el espejo de los ricos. Diseminar ese miedo es la función social en base a los intereses oligárquicos, que cumplen esos agentes. Por eso vamos a utilizar para llamarlos un concepto acuñado por don Arturo Jauretche: los profetas del odio. El odio y el miedo es el instrumento para condicionar el comportamiento económico y político colectivo. Es la manera de preparar el terreno para imponer medidas antipopulares y que las mayorías se las fumen pasivamente, como una especie de mal necesario para conjurar el temor.

Por eso es que siempre están más que explicando lo que le pasa a nuestro país en comparación con lo que le viene pasando, planteando catastróficos escenarios futuros a los que conducen las medidas "populistas" actuales. Capturan la atención con mensajes catástrofes, que cual placa de Crónica llama la atención, advirtiendo acerca de que algo malo puede suceder. No importa si predicen desastres donde no los hay. Siguen el camino marcado por Goebbels "miente miente que algo queda".

Así diciembre fue anunciado por economistas y políticos (si me permiten la licencia de decirles políticos a Barrionuevo y Duhalde) como el mes de la hecatombe argentina. Las profecías de fin de ciclo tenían todas en diciembre un punto de no retorno, a partir de ahí el gobierno comenzaba su desguace de poder.

Otra vez los cultores del odio ven frustrados sus pronósticos, mientras crece la imagen de Cristina como conductora política. En la calle se respira que todas sus predicciones no valen más que los almanaques truchos de predicciones que venden por dos pesos. La militancia en la calle, pura mística y compromiso, aguantando a Cristina bajo la lluvia, es la expresión acabada de una postal que nos muestra que el tiempo de construcción de una Argentina más justa todavía no ha terminado. Que miles y miles de jóvenes están dispuestos militantemente a poner el pecho y a poner el alma.

Los ataques a quien conduce el movimiento nacional son el centro de la generación de la incertidumbre. Sin embargo, ella misma los refuto en la Plaza del 13 de diciembre: "Con hostigarme no van a eliminar un problema, porque no soy yo el problema, el problema van a ser los millones de trabajadores que consiguieron trabajo, consiguieron empleo o una computadora para sus estudios. El problema van a ser esos millones de jubilados a quienes se les restituyeron sus derechos." Si alguien pretende por afuera o por adentro, con la máquina de derogar, defraudar y desandar este proceso de conquista de derechos, se va a encontrar con un pueblo dispuesto a darle pelea.

El problema para los profetas del odio es que su mensaje hace pata ancha solo entre los que tienen el rencor de perder privilegios, mientras que no hace mella en el orgullo de un pueblo que se restaura en la medida en que va recuperando conquistas materiales que le permiten vivir dignamente. Y hasta en los propios sectores medios que oscilan entre un lado y otro cuando pongan en juego en el voto el miedo sembrado puede volvérseles en contra.

Por eso es que una parte importante del poder económico está aterrado ante la posibilidad de la continuidad de este proyecto. Los políticos que juegan en la cancha por ellos van perdiendo las plumas y disputándose los concheros de un vedetismo que no les permite articular nada. Se sostienen sobre el marketing, las frases hechas, las fotos trucadas de asadores con camisa de manga larga con atizadores por sobre el fuego.

Mientras se derrumban los globos y las sonrisas ensayadas, los cambios realizados en una década van tomando un sentido épico. Este se encuentra en la liberación de la patria, porque en este proyecto, gracias a Néstor y Cristina, volvimos a tener patria. Porque se tiene patria cuando un pueblo la vuelve a amar. Y cuando el pueblo tiene ese amor, como dice la conductora, se hace invencible.

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